Ella...

                               Quizás no había imaginado cuanto había sufrido con su pasado. Quizás las promesas sin cumplir en los corazones rotos cumplen parte importante del dolor que hay en ellos. El no tenía claro su rumbo, en su maleta solo había dos camisas sin planchar, sus viejos zapatos, un par de libros, y por su puesto un cuaderno para escribir. En sus bolsillos, muchos sueños rotos, guardados por si acaso, una fotografía de ella… y el reloj de su abuelo.

Quería olvidar, olvidarla tal vez, quería comenzar otro destino, alejarse de su viejo pueblo, de sus raíces, de ella.

Amo, como pocas veces se hace, rió hasta que sus encías no resistieron, pero también lloro como cuando un niño se pierde de su madre. En su mente ya no había espacio para más preocupaciones, para más pesares y prejuicios, y en su corazón ya no había espacio para volver a amar, ya no había fuerzas.

El hubiese deseado que su destino fuera otro, que su viaje tuviera una acompañante, ella…

Su muerte reciente aun no lo dejaba comprender el porqué de las cosas, solo comprendía que jamás volvería amar. Sentía que el amor verdadero es uno sólo… Sabía y sentía que ella jamás lo dejaría solo, que su alma viviría en su corazón…

Ya no hay marcha atrás, el mar lleva el barco,  las lágrimas guían su viaje… Sólo quería cumplir los sueños que con su amada quería realizar, lo haría por ella… luego, emprendería viaje hacia lo eterno, a reencontrarse con ella, en algún lugar del cielo.