-¡Ellos te ven como un bicho raro!- o -¡No puedes pensar tranquilo, todos te escuchan y se burlan cuando te vas!
No puedo comer tranquilo, no puedo estar jodidamente en paz. Ellos saben todo lo que mis neuronas y mi interior me hace pensar. Tal vez saben todos mis secretos. Ya no puedo vivir, transpiro todo el tiempo, mi pulso se acelera a cada instante cuando veo sus caras tranquilas, inquietas. No soporto cuando se rien, porque se ríen de mí. Los odio, me producen tal encono que las voces que he comenzado a sentir también lo sienten por ellos.
Me dige mil veces a mi mismo -¡No lo hagas! no tienen la culpa de escucharte, no. Pero las voces en mi interior me llevaron a esto. Bueno, creo que todos tienen la culpa ¡No puedo pensar en paz, joder!
Me dirigí a la cocina en la celebración de la boda de la vieja Esmeralda con mi profesor de Francés y con mucho cuidado, en cada comida, en todo alimento puse vidrio molido. Mientras hacían el brindis, me aseguré que todas las puertas y pasillos tuvieran un finísimo hilo, capaz de cortar en dos un palo de madera con solo rozarlo. Por último, mientras todo el mundo comía, reía, y porqué no intuir, hablaban de mis pensamientos, en cada rincón de la casona en que mi familia, y cada persona de este pueblucho estaban, volqué gasolina, litros y litros. Cerré todas las puertas, impidiendo cualquier esfuerzo de salida. Prendí un fósforo y una agradable sinfonía llegaba a mis oídos. Podía escuchar los gritos desesperados, los llantos y las plegarias de las viejas del pueblo. Todo el mundo desgarraba sus cuerdas vocales gritando. ¡Qué formidable!. Desde una ventana se veían los rostros de algunas personas, entre ellos mi hermano y dos primos. Sentían como el vidrio molido cortaba su estómago y contaminaba la sangre. Como sus rostros se deformaban gritando y pidiendo auxilio ¡Bella imagen!. Vi también un par de idiotas descuartizados por intentar cruzar por un pasillo ¡que tontos!.
En fin, poco a poco las llamas fueron apagando las voces, hasta que dejaron de arder y una paz infinita había en el jodido pueblo. Me encontraba tranquilo, mis pensamientos y yo. Por fin puedo disfrutar la maravilla de pensar sin ver el rostro de la gente al escucharme aun sin hablar. Ellos tuvieron la culpa, ellos me escuchaban.
¡Que formidable se siente, entrar en equilibrio y poder pensar!
Por dios me quede sin habla, y no podia dejar de leer, hubiera leido un libro entero de esa historia <3
ResponderEliminarMe encanto la historia♥
ResponderEliminarTenia mucho si pasar, lo siento la escuela me consume.
Me encanta tu blog, un beso enorme.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarmuy bueno!!
ResponderEliminarCallar a ese pueblo sería como callar a las voces de la mente, a la mente misma. No sé si el mensaje principal del relato es este, o algo parecido. Es la idea que me quedó.
Tal vez seas realmente un bicho raro que escribe relatos sanguinarios... ajajaja ;)
Me encantó!!
Saludosss!!
Genialmenteterrorífico :D
ResponderEliminarEs terrible!!! parece un cuento de Poe... me encanta!! me enamoré y a la vez me horroricé del relato! en fin, te sigo! n.n un beso!!
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