26 de octubre de 2013

Casualidades nos pierden de vista.


Mientras tomo la primera taza de té de la mañana, voy despertando a penas. Y es que los sueños de la noche anterior, más las horas de desvelo pensando en nada, me atontan más de lo normal.
Otro día como ayer y como mañana, me esperan para sentarme, para hacer algo productivo para los demás, y algo totalmente sin sentido para mí. 
Sorbo a sorbo, siento el sabor de la canela inundando mi boca, mientras leo el libro de la semana, y me detengo a pensar en lo complicada que es la vida de los libros.
Rímel corrido, un pinta labios casi gastado, cabello enredado y un corazón roto sin un por qué. 
Salgo atrasada, como todos los miércoles. Esos miércoles que tanto me disgustan.
Pero bueno, así es mi vida, nunca nada bueno que contar.
Tomo el primer taxi que encuentro. El chofer va de buen humor, y yo, casi todo lo contrario. 
En veinte minutos llegaré a mi destino. Me hundo en la lectura de mi libro favorito. Estoy casi llegando, el taxi se detiene, miro a través de mi ventana. 
Y es que justo en el taxi de al lado, un hombre hace casi mecánicamente lo mismo que yo, levanta a mirada de su libro. Miramos nuestros libros, «Orgullo y Prejuicio, Jane Austen».
Mi corazón palpita a su ritmo máximo. Y a la vez ambos quisimos decir algo, pero mi taxi partió.
Quedan 5 minutos, y yo no puedo creer que lo más hermoso de la vida pasa de un momento a otro, en los momentos más simples del día. Bajo algo atontada, algo triste, algo feliz. 
Llego al trabajo, estoy a punto de subirme al ascensor. Dos dedos se encuentran en un mismo botón. 
Y era él. Sí, ¡era él!

2 comentarios:

  1. Me agrado mucho el comienzo, esas cavilaciones las disfrute.
    suerte.

    ResponderEliminar
  2. Que bonita sensación, es como si el corazón luchara por salir, es un pedacito de felicidad.

    Besos

    ResponderEliminar

Muchísimas gracias por visitarme, y por sobre todo darme una gran sonrisa! Que tengas un lindo día, y siempre serás bienvenido a este rincón de letras ♥