11 de noviembre de 2018

Mensaje directo.

Hola, 
sé que estás ahí. 
Tal vez no te siento completamente, pero estoy segura que mi esencia humana, un poco ciega, un poco incrédula y demasiado fría, nos impide la conexión.
Sé que debería escribirte lo poemas más bonitos de este mundo. 
Tengo tanto por qué agradecerte y mucho más por qué amarte.
Y sí, lo hago. Realmente lo hago.
Pero mi forma de amar nunca ha sido la más sana o la más pura. 
Tú más que nadie, sabes qué corre por mis venas y como todo se congela y cómo su caudal se agoniza.
Me encantaría poder expresarte la inmensidad que provocas en mí. 
Me encantaría ser una mujer más elocuente, más sofisticada y humilde a la vez, más artística; para poder crear una ofrenda en base a lo infinito que ha sido tu bondad hacia mi.
Sé que la mayor culpa es mía. Sé lo complicada y desastrosa que es mi mente.
Reconozco no haber contestado algunas llamadas, no responder tus mensajes (por no saber leerlos, honestamente). 
Reconozco que a veces me escapo, pretendiendo que no sabrás nada de mi. ¡Que ilusa terquedad!
Te reclamé mil veces. Te pregunté demasiados por qué. 
Tu eres un ser calmado y yo voy con demasiada prisa.
Tengo sed y tu eres el agua.
Necesito ser saciada y tú... tú eres el único que puedo convertir esta arena, en un desierto florido.

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