Tengo nubes en la cabeza, anunciando tormenta, anunciando rayos, granizos, viento, calma y truenos.
Nada nuevo que contar .
Es mitad de septiembre y mi piel se siente incompleta, flagelada, fría, áspera.
El té está frío y mi guitarra con acordes incompletos, con canciones que nunca podré terminar.
A veces salgo a caminar, tratando de encontrar una mirada que solía idolatrar.
Mis músculos están tensos y rotos de tanto andar, de tanto peso por las consecuencias de mis malas decisiones.
Mi boca es una blasfemia y mis labios están inmaculados.
Las huellas del fuego y las cenizas sobre mi espalda, dejan mi alma yerma y desnuda...
No creo necesitar abrigo, no creo necesitar unos brazos que me rodeen.
Déjenme a mi y a mi soledad, déjenme a mi y a mi austeridad, déjenme a mi y a mi inseguridad.
Es mitad de septiembre y el miedo se aproxima.
La ansiedad me come los dedos y electrifica mi gruesa piel.
Es septiembre y es sinónimo de miedo.
Es septiembre. No puedo florecer.
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