17 de octubre de 2019

Casi...

¿Te acuerdas cuando te pedí que pararas y me callaste con un beso y otro y otro...?
Nunca pude detener tus instintos y nunca pude detener los míos.
Los nuestros siempre fueron días de otoño, una mezcla de nubes y calor bochornoso, con intervalos de sol para abruptamente pasar a la lluvia, desordenar nuestro cabello con el viento y sábanas enredadas, y así en un vaivén repetitivo.
Tú, tus ojos almendrados y manos inquietas, nunca prestaron realmente atención a mis ojos nubosos y manos siempre heladas, siempre heridas, papel en blanco para la ansiedad.
Tú y tu amor tropical, a veces gris, a veces naranjo, siempre rojo al momento del crimen.
Yo y mi volatilidad, siempre gris, nunca naranjo, siempre rojo al momento de ser tu cómplice.
Busqué en los cajones de mi inconsciente alguna pista que me ayudara a ser libre, aprender a dejar, aprender a decir adiós. Quien iba a pensar que todo sería en un vuelco de ciento ochenta grados, en medio del pánico, el sudor, piel pálida, arrancándonos las uñas, discutiendo para terminar en silencio y llamadas telefónicas marcadas por los intervalos de silencio, rabia y un par de "te quiero conmigo siempre" que sabían a todo, menos a verdad.
Quien iba a pensar que un "nosotros" terminaría con un par de pastillas, droga asesina en las venas, dolor y sangre. 
¿Cómo pudiste pensar que ser responsable sería dejar dinero en la cuenta y llamar por teléfono de vez en cuando? ¿Cómo pudiste creer que podría pararme yo sola y caminar por esa puerta al escuchar mi nombre en la consulta?
Siempre te atrajo mi inocencia, ¿qué pasa ahora con la mujer que hiciste de mi?
Siempre me quisiste cuando el sol se reflejaba en mi cabello, cuando mi cuello era tu lienzo y mis brazos tu refugio... ¿me querrías con tres kilos de más sobre ellos?

Quién iba pensar que tanto susto dejaría tantas secuelas... un beso en el metro nunca ha sido la mejor forma de empezar de nuevo...
No sé si fue el desvelo, no sé si fue la pena, no se si fue tu incapacidad de enfrentar ese tipo de situaciones, pero por fin, fui capaz de decir adiós. 

Un tú y yo muy lejos de llegar a ser...
Un tú, yo y pequeños pies descalzos...
Un alivio que aquello nunca fue...




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