Ciertamente me aburrí de buscar ganas.
Tampoco tengo interés en ampliar mi vocabulario para aparentar ser erudita.
Comenzaré a morder mis uñas y a no cubrir mis ojeras.
Dejaré que mi cabello sea nido de bichos y hojas viajeras.
No tengo ninguna canción para cantar, ningún nuevo libro que leer.
No me queda tinta en el cerebro para intentar escribir otra historia.
No me queda mucha sangre para subrayar mis poemas.
Ciertamente me aburrí.
No quiero soñar porque soñadora fui toda mi vida...
Y mírame ahora, soy una indigente que perdió todo su potencial por apostar en la meritocracia y las conspiraciones del universo por cumplir lo que supuestamente está escrito en las manos.
No me emociona recorrer otra piel, no me emociona enredar mis dedos en otros cabellos.
No me emociona jugar con la barba de hombres que tienen la cabeza tan vacía como mi corazón.
Ciertamente me aburrí.
No tengo nada por lo que escribir.
Estoy vacía. Y daría cada maldita célula de mi cuerpo por terminar con esta estupidez llamada vida.
No estoy llorando. Estoy seca.
Derrame todo el océano que tenía que derramar cuando el éxito de otra gente se me refregó en la cara.
Ciertamente me aburrí.
Tal vez patear piedras me ayudaría a sacar un poco la rabia que carcome mis huesos.
Pero tengo pereza y probablemente siga aquí, recostada en el barro.
Ciertamente me aburrí.
Y no me importa.
Me importa un carajo.
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